Atravesar tu sencillo arroyo blanco,
hermoso en su estrechez de cauce amable.
Atravesarlo cuando la aurora rompe
el espeso tejido y trenzado de las estrellas

Un instante para tenderse y ver
aquel espejo azul de un cielo eterno.
¡Hermoso instante!
Bello camino de círculos de islas.

Y rodeado de inmensos colores verdes
que tiñen la delicada naturaleza dorada,
sobre las aguas eternas de aquel cielo,
lleno de nubes que vestían aquel mar

Un errante pensamiento para diluir
Los monstruos de la vida humana.
Y entretenerse en recorrer los arroyos de vida
que aderezan el instante con melodías de plata.

Era el día, llegaba para buscar los reflejos,
para iluminarse de una luna de campos,
para refugiarse de las sombras oscuras
y obscenas que entristecen los cielos.

Quiero entonces dejar al viento
que escale suba por los niveles
de mis dodecaedros de espumas.
Dejo al viento que entre
y sutilmente se apodere
de mis fantasías de selvas adornadas.

¡Viento, mi amor de sonidos!
Espectro y fluido de magias casi
exuberantes e infinitamente disciplinadas.
¡Viento, mi cariño de recuerdos!
Sinceridad de mi felicidad de acantilados,
serenos, indomables y perennes

Vuelvo mis ojos a ti.
Quiero cerrar el ansia de los anhelos.
Y descubrir la obscena realidad
de tus ofrecimientos de nácar.

Sentado te adoro y me acaricio,
para invadirme de tu arco iris,
como en un prologo del amor.
Luego me dejo a tu vientre,
para batir mis brazos en tu fuerza,
para anclarme a tu energía,
para diluirme en tus aromas.
¡Viento vuela hacia mí!