Quedo aquí contigo,
de nuevo, alma lúcida;
nada coarta mi inspiración;
en estos días,
cuando todo se funde de ingrávidas sequías.

Música fragante, casi preso
y vulnerable ante el miedo
de un espacio intratado, allí;
en el tiempo,
cuando se escucha el grito que me abrasa.

Observo las formas pasivas.
Hablo con ellas desde la inspiración,
y me encuentro con mi sepultura;
en ese espacio,
de sumas y estados pluscuamperfectos

Experimento.
Soy mi yo. ¡Quizás otro!
Estoy fuera mí,
grácil y ágil

Impregnado del sabor de los primigenios bosques,
los más salvajes para una mente en danza.
Su música suave suena con pasos seguros;
mi corazón se estremece al oír el silencio.
mi razón se abre y escribe en renglones de latidos.

Dejo por momentos de respirar aquellas esencias,
y busco los puntos cardinales perdidos del camino;
entre la muchedumbre oscura y sin brújula,
entre el origen de las fronteras humanas.
Me diluyo por el vaivén de los repliegues.

Estar contemplativo.
Observando aquellos, los duendes suicidas
que se agolparon para derribar la muerte.
Es el ocaso.
Atardecer.

Me siento rebelado ante arte de los bastidores,
viendo los escenarios de vidas en decepciones.
Me abrasa la suavidad de un acero afilado
por las tierras lejanas y llenas de antepasados
Miro.

Y veo un reflejo de sol de flores que se prenden,
a las sólidas arenas en las noches heladas,
con fuerza de infiernos y fuego absoluto,
para enterrar los aires escurridizos que mueren.

Complacido, dudo.
¿Es un sueño?
Quiero despedirme entre esperanzas,
y anillarme en el vuelo de los pañuelos
mojados por las lágrimas y llantos
.