Camino en la sabiduría del pensamiento,
voy taciturno a caballo de tus brisas…,
cuando un destello de túnicas floridas
me arrima al hermoso abismo del deseo.

Siento que hablo con los ojos incombustibles,
y estrecho el deshojado pétalo del espacio.
Afirmo y asiento que miro con mis labios
que caminan cobrando un paso sabio.

Hablo, mientras miro los ejes de tu silueta
que como un pañuelo de mariposa me arropa
Me siento en vuelo y tus deidades son:
el estrecho parpado de las gotas supremas.

¡Que dulce y serena se te ve!
Y mis labios saben de tus contornos,
desleídos aunque firmes por su gracia
de movimiento en tiempos esmeraldinos.

Miro, mientras hablo, el tallo de tus formas
que como un junco florido me anega.
Quiero sentirme en el prodigio divino
del viento al romper ese mensaje florido.

¡Ahora recuerdo!
Hablaba de que miro con mis labios;
Ellos estrechos y frescos para observar
todos esos días de amores irrepetibles

Parpadean cuando se adornan de ti;
se asombran cuando desoyen los silencios.
Y, hábiles, buscan la oscuridad para
definir las gamas del ensueño común.

-Y pienso-
En la miel de un oro de especias;
eso sienten mis labios al apreciar
las geografías de espasmos diluidos,
cuando hablan los ojos melancólicos.

Un trastorno de antorchas especiales para
recrecer el alimento de esta bella demencia.
Ser y estar entregado a ese material infinito,
a esa danza flotante que es la luz asumida.

Me sigo sintiendo que hablo con los ojos,
y miro con los labios de cintura breve.
Hermosa travesía, de un naufrago florido,
entre las leyendas de los sueños inmortales.