Fuente de sueños resplandecientes.
Dominio de noches de vigilia.
Grito a la llamada veloz de los suplicios,
para vagar por el Reino de siglos irrompibles.
¡Amigo ven!
Ven con tus colores azules;
con tus plumas de tardío atardecer.
Trina. ¡Llámame!

¡Qué bello suplicio para la tristeza!
Tu vuelo veloz me arropa,
entre un vientre de caracolas
ceñidas de fieles sedas.
Sentir tus visiones en sonidos externos,
como suspendidos por perpetuo pensamiento.
Ciego estoy; camino a tientas
por espacios de tiempos de dudas.

En un galope alcanzar los ocho límites
de tu cosmos envalentonado por el aire
Me siento exultante cuando desde,
mis lejanías veo tus crecientes sesgos.
Regresa siempre. Triunfa sobre mi,
y alumbra con resplandores mis objetos.
Deja que tu luz, de vida con reflejo y
destile las gotas frescas de tus iris.

Sentirme en el gozo frágil de las aguas.
Veo, son celestiales en mundos secretos;
expresiones metafóricas del silencio
prestas para ser cazadas en el vuelo.
Tu mundo…, mi mundo de disfrute.
Un silencio cuando tu mirada fiel acecha.
Ensaya conmigo, háblame y pósate en posesión
sobre el cauce codiciado de mis sensaciones.

Tus plumas siguen brillando en propiedad.
Son atisbos de una naturaleza espectral
Briosas en sus movimientos, cimbran
en las frágiles escenas de mi teatro de fantasías.
Estas líneas, trazadas y queridas
Son espacios apresados y…,
engalanado me presento a ti
Como un viejo ministril

Entonces puedo decir:
Una mirada;
una introspección de tus ojos.
Sesga en cruces con azogue,

y completa el brillo intenso de la miradas.