Anudo en un pañuelo el tiempo;
pero él fluye,
envía señas,
y se aleja.

Un adiós regado de esperas,
en mareas de males temporales,
en ruegos sabios de silencios,
arrebatados entre los espacios interminables.

Extiendo y abierto, mi tiempo;
pero él gira
muestra vida,
fluye y viene.

Un reencuentro de su amor con el mío,
un regreso al bello mar de presencias
inundadas en danza de estrellas,
y suprema tragedia de noches.

Es mi tiempo.
Atado al tuyo.
Concebido en la presencia de los ángeles
que suspiran vientos de lunas desbocadas.

Tiempo en rutina de ambiciones.
¡Cabalga!
¡Crece en altura!
Donde el vértigo de la atmósfera
recoge todas las palabras infinitas;
y los mundos son esferas
con sabor a escalas musicales.

Tiempo de silencios ilusionantes.
Enmascarado.
Llegas para encontrarnos próximos,
entre las calles que como ríos se abren
en las venas supremas de la noche urbana;
cuando los espíritus se moldean por
un frío de rocíos relatados.

¡Ven! Llega por fin hasta mi, tiempo.
Crúzate en este viaje de deleites.
Déjate cegar por la evanescencia
de la dulce materia de aquella lluvia,
entre hojas averiguadas por el silencio
¡Ven! Llega por fin a este baño
de amantes en profundidades serenas.